EL COMBATE ESPIRITUAL CON UNO MISMO
El combate espiritual contra uno mismo es la puerta estrecha para entrar al Reino de los Cielos, El amor no es sexo, nada que ver, como tampoco la atracción física, el amor verdadero es el que viene de Dios, es también nuestro pasaporte, el amor Divino, es una serie de conductas que debemos practicar hasta el fin de nuestros días aquí en este mundo, porque la vida continua por toda la eternidad, y esa eternidad es la que debemos tener siempre presente, - ¿ Que son 100 años comparado con la vida eterna ? - nada, ni siquiera un pestañeo.
Veamos lo que dice Jesús:
Lucas (6, 27-38)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los aborrecen, bendigan a quienes los maldicen y oren por quienes los difaman.
¿ Amar al enemigo ? - ¿ porque ? - porque también son hijos de Dios, o porque talves yo sea considerado enemigo de alguien que no me acuerdo o no me quiero acordar, y porque es mucho mejor vivir en armonía que peleando unos contra otros
Al que te golpee en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite el manto, déjalo llevarse también la túnica. Al que te pida, dale; y al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.
Las ofensas y las posesiones materiales son solo momentáneas, es cierto que como seres humanos que somos, no está en nosotros poner la otra mejilla sino todo lo contrario, y tampoco está en nosotros prestar sin esperar devolución o dejar que nos quite lo nuestro, para el ser humano es imposible, hemos creado lo que llamamos; Derechos y obligaciones, leyes, códigos etc, - Por estas razones debemos librar un tremendo combate interior, porque nuestra naturaleza es contraria a lo que es el amor Divino, Amar a Dios y tener Fe en Dios, es estar dispuesto a librar este combate con uno mismo, por supuesto que solo no podemos, necesitamos la fuerza de Dios y ese amor que nos mostró Jesús,
El también libro ese combate y lo ganó porque no claudicó ante el dolor, las burlas, el desprecio y la muerte, y volvió al lugar de donde vino y adonde todos iremos, al Reino de los Cielos. - pero no piensen que debemos ser crucificados como lo fue Jesús, Hay un refrán que dice; mejor prevenir que curar, entonces es mejor no discutir y alejarnos de las personas que si quieren. ni meternos en contiendas inútiles, como dice Jesús, ser sencillos como las palomas, que al menor movimiento brusco salen volando.
Traten a los demás como quieran que los traten a ustedes; porque si aman sólo a los que los aman, ¿qué hacen de extraordinario? También los pecadores aman a quienes los aman. Si hacen el bien sólo a los que les hacen el bien, ¿qué tiene de extraordinario? Lo mismo hacen los pecadores.
Ser amables con todos y no actuar con prejuicios, Jesús curaba a todos los que le pedían, no importaba si lo merecían o no . Si prestan solamente cuando esperan cobrar, ¿qué hacen de extraordinario? También los pecadores prestan a otros pecadores, con la intención de cobrárselo después. Ustedes, en cambio, amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar recompensa. Así tendrán un gran premio y serán hijos del Altísimo, porque él es bueno hasta con los malos y los ingratos. Sean misericordiosos, como su Padre es misericordioso.
Amar al enemigo, es el gran combate que tenemos que ""pelear"" - un combate donde tenemos que perder para ganar, que raro, ¿ verdad ? - pero es la única forma de convertirnos, porque ese combate no es contra otros seres humanos sino contra nosotros mismo.
No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados; den y se les dará: recibirán una medida buena, bien sacudida, apretada y rebosante en los pliegues de su túnica. Porque con la misma medida con que midan, serán medidos”.
El juzgar, -es muy amplio el contenido, juzgamos por muchas cosas, y el condenar lo mismo, juzgamos por codicia, egoísmo, vanidad, envidia, prejuicios, etc. Por estas razones negamos nuestra ayuda o colaboración, pero si a pesar de tener estos sentimientos ayudamos y colaboramos, es porque estamos combatiendo el buen combate del espíritu.
La indiferencia es la sutil forma de juzgar y condenar, por ejemplo la corrección; debemos corregir a nuestros hijos y a los de nuestra comunidad, toda corrección nunca es agradable, pero es necesaria, quienes son corregidos suelen decir; no juzgues ! - pero si no corregimos, juzgamos por indiferencia, entonces pecamos por omisión.
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